Diez reflexiones para ir a Jesús por María

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Consagrarse a Jesús por medio de María es “cambiar radicalmente la vida entera”, alienta el padre Edward Broom.

En 1986 Edward (Ed) Broom fue ordenado sacerdote, Oblato de la Virgen María, OMV. Hoy es Vicario en la Parroquia San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California, EE.UU.) y allí suele predicar a personas de distintas edades los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, animando además un programa en Radio Guadalupe llamado “Barriendo Conciencias”. Pero el testimonio del padre Ed que ahora nos ocupa surge de su acompañamiento a fieles de distintas parroquias que con su guía buscan la Consagración a Jesús por María.

Conoce las Diez reflexiones para ir a Jesús por María que propone el sacerdote

Edward Broom
P. Edward Broom

1. Consagración al levantarse

“El primer gesto que deberíamos hacer cada mañana es una oración: la oración de consagración a Jesús por medio del Corazón Inmaculado. Arranca bien el día por medio de María”, propone el Padre Ed. Y recuerda la oración que Santa Teresa de Calcuta dirigía a la Madre de Dios: “María, dame tu corazón, tan hermoso, puro e inmaculado, tan pleno de amor y humildad que yo pueda recibir a Jesús en el Pan de Vida, amarle como tú le amas y servirle en el rostro angustiado de los pobres”.

2. Rezar el Angelus o el Regina Caeli

(Nota del Ed.: Haz clic aquí para saber cómo se reza el “Angelus”. Asimismo, pulsa aquí para aprender el rezo “Regina Caeli”).

El sacerdote norteamericano propone que reces una de estas oraciones en los siguientes horarios: a las 9.00, las 12.00 y las 18.00 horas. “De esta forma santificaremos las horas de la mañana, de la tarde y de la noche por medio de la santa y dulce presencia de María”, puntualiza.

3. Consagrar el hogar y la familia al Corazón Inmaculado de María

Padre Ed anima a que los fieles recen alguna Novena (nueve días), sea con el rosario u otras oraciones, para culminarla pidiendo a su párroco que les bendiga “una imagen de María, el hogar y a los miembros de la familia. Con esta bendición y consagración, Dios Padre derramará un aluvión de bendiciones a cada uno”.

4. Consagración de uno mismo

Nos insta el sacerdote a iniciar la Consagración a Dios por mediación de María, según las distintas formas conocidas: la de San Maximiliano Kolbe, la de San Luis María Grignion de Montfort, la más moderna del padre Michael Gaitely. “Esa consagración cambiará radicalmente tu vida entera. Y si ya la has hecho, ¡puedes renovarla cada año para profundizar en el tesoro infinito de amor de Dios que obtenemos por medio de María! María tiene poder sobre nosotros en formas que van más allá de nuestra más rebuscada imaginación”, alienta padre Ed.

5. Imita a María

“Cuando queremos de verdad a alguien, queremos conocerle mejor, seguirle más de cerca e imitar sus buenas cualidades, a las que llamamos virtudes”, enseña el sacerdote. Y destaca que San Luis María Grignion de Monfort, en su Tratado de la Verdadera Devoción a María, recuerda cuáles son las diez principales virtudes de Nuestra Señora a imitar:

  • Profunda humildad
  • Fe viva
  • Obediencia ciega
  • Oración incesante
  • Negación de sí mismo
  • Pureza
  • Amor ardiente
  • Paciencia heroica
  • Amabilidad angelical
  • Sabiduría celestial

Como dice el mismo San Luis María Grignion de Monfort –añade padre Ed– “los mayores santos, los más ricos en gracia y virtud, serán quienes recen con mayor frecuencia a la Santísima Virgen, contemplándola como un perfecto modelo a imitar y como una ayuda poderosa”.

6. En las tentaciones, acude a María

“Nuestra vida es una constante zona de combate, ¡hasta la muerte!”, recuerda padre Ed, y agrega: “No debemos rezar solos contra el demonio, el mundo y la carne. Al revés: en el fragor de la tentación, cuanto todo parezca perdido, ¡pronuncia el Nombre de María, reza el Avemaría! Si lo haces, todos los poderes del infierno quedarán vencidos”.

Como decía San Buenaventura –finaliza– “los hombres no temen tanto a un poderoso ejército enemigo como temen los poderes del infierno el nombre y la protección de María”.

7. María y el año litúrgico

El Vicario de la Parroquia San Pedro Chanel  nos alienta a conocer la presencia de María en el Cuerpo Místico de Cristo –que es la Iglesia– a través de los momentos del año litúrgico, en el que la Virgen es destacada. Al respecto propone leer la carta apostólica Marialis Cultus de Pablo VI, “una obra maestra espiritual, ¡algo que debes leer!”, dice.

8. Leer sobre María

Y hablando de leer, el sacerdote recuerda que “una mariología integral y bien fundamentada debe cultivar tanto la doctrina como la devoción”, pues “así como la doctrina sin devoción resulta árida y seca, la devoción sin doctrina puede degenerar fácilmente en sentimentalismo”.

Como remedio, y además del texto antes citado, sugiere la carta apostólica de San Juan Pablo II sobre el Rosario, Rosarium Virginis Mariae, donde invita al mundo a “contemplar el rostro de Jesús a través de los ojos y el corazón de María”. “María es la forma más rápida, breve, fácil y eficaz de llegar a Jesús”, añade el Padre Edward.

9. Apostolado mariano

“Conviértete en un ardiente, ferviente y apasionado Apóstol de María” arenga el sacerdote y especifica: Como San Maximiliano Kolbe, uno de cuyos métodos para difundir la devoción a la Inmaculada era la devoción a la Medalla Milagrosa, que él regalaba a todos los que podía, a la menor ocasión que se le presentaba. Si se llama Milagrosa –enseña padre Ed– “es por la cantidad de milagros que le han atribuido quienes la han usado con fe, amor y confianza en la intercesión de María”.

¿Por qué no ser un apóstol de María siguiendo los pasos de Kolbe? interpela el sacerdote. El santo polaco –explica– aseguraba que “solo a la Inmaculada le ha sido prometida por Dios la victoria sobre Satanás. Ella busca almas que se le consagren enteramente, y que en sus manos se conviertan en poderosos instrumentos para la derrota de Satanás y la difusión del Reino de Dios”.

10. El Santo Rosario ​​​​Las seis veces que la Virgen se apareció en Fátima a Lucía, Jacinta y Francisco (una vez al mes, el día 13, entre mayo y octubre del año 1917) –recuerda padre Edward– les insistió en el rezo del Rosario. En coherencia con esa demanda de la Madre de Dios, San Juan Pablo II le atribuye al Rosario la capacidad de salvar la familia y la paz mundial. Y de igual forma el padre Patrick Peyton –conocido apóstol del Rosario– consagró la frase: “Familia que reza unida, permanece unida”, y esta otra, menos conocida: “Un mundo que reza es un mundo en paz”.

Fuente: Catholic Exchange