La Virgen María revela que “los últimos tiempos están cerca”, sugiere un investigador y escritor de apariciones marianas

damián sánchez madre de dios

“Así como Noé entró en el Arca en el momento indicado por Dios, a nosotros se nos pide ahora, para el tiempo que viene, que entremos en la nueva Arca: el Corazón Inmaculado de María”.

Por años Damián Sánchez –laico vinculado a la Asociación Pública de Fieles “Hogar de la Madre”– ha investigado y escrito sobre apariciones marianas, en particular las del siglo XX hasta nuestros días, incluidas aquellas que no han sido aprobadas aún, como Medjugorje o Garabandal.

En esta entrevista con la revista francesa Famille Chretienne Damián argumenta y comparte su opinión respecto de “los últimos tiempos” y alienta a que los fieles den “primacía a la oración, a la Eucaristía, a la confesión, al rosario y al ayuno” para –citando al Papa Benedicto XVI– “construir la civilización del Amor”.

La Virgen María se está apareciendo mucho en los dos últimos siglos. ¿Qué explicación podría tener esto?

La Virgen se ha aparecido muchas veces en los últimos dos mil años, pero en los dos últimos siglos sus apariciones han adquirido un carácter insistente y urgente, con un hilo conductor. María ya no viene a pedir que se construya una capilla o a mostrar una fuente milagrosa, sino a dar un mensaje al mundo. Nos dice que los Últimos Tiempos están cerca.

María es Madre, y quiere que sus hijos estén advertidos y preparados para este tiempo difícil descrito en el Libro del Apocalipsis. Si las estatuas marianas de los cinco continentes lloran (a veces con lágrimas de sangre), hay una razón. La humanidad no sigue el camino correcto y muchos bautizados viven lejos de Dios. ¡Qué no ha hecho para atraer nuestra atención y hacer que la escuchemos!

¿Están reconocidas todas estas apariciones? ¿Puede un católico confiar en ellas?

En La Salette (1846), en Fátima (1917), en Ámsterdam (1945-1959), en Garabandal (España) (1961-1965), en Akita (Japón) (1973-1981), en Kibeho (Ruanda) (1981-1989), en El Escorial (España) (1981-2002) y en Medjugorje (Bosnia-Herzegovina) (desde 1981), los mensajes escatológicos (sobre los últimos tiempos) se repiten sin discrepancia. Algunas están reconocidas y otras aún no, pero ninguna ha sido condenada por la Iglesia: la jerarquía eclesiástica no ha encontrado ningún elemento contrario a la santa doctrina.

Objetivamente, un católico puede confiar, se arriesga poco, salvo a una “buena bofetada”, si vive una fe convenientemente anestesiada, a la carta. San Pablo VI, sin duda intuyendo los recelos de algunos obispos sobre las manifestaciones del Cielo, derogó en 1966 el canon 1399 del Código de Derecho Canónico, que prohibía publicar sobre las apariciones sin el imprimatur del obispo local. Este acto posibilitó la visita a los lugares de aparición, reconocidos o no, y el acceso a los mensajes marianos.

¿A qué nos exhorta María? ¿Hemos respondido a sus peticiones?

En general, no, no hemos respondido a sus peticiones, por indiferencia y laxitud espiritual. “¿Por qué lloras?”, preguntó la vidente en Kibeho, Ruanda. “Ustedes son malos hasta el punto de hacerme llorar. Veo que el mundo está en un callejón sin salida. He venido a salvaros, pero me habéis rechazado”, respondió María. Unos años después, llegó el genocidio. Es probablemente por esta falta de respuesta de la gente que ha habido tantas apariciones aquí y allá, para decir los mismos mensajes una y otra vez. María insiste. Y Medjugorje fue la excepción. Ahí, sí, hubo una respuesta: conversiones, conversiones y más conversiones. Pero para ello, la Virgen María tuvo que “instalarse” allí para recordar los fundamentos de la fe, sus exigencias y su autenticidad.

La Virgen nos llama a una conversión profunda, que nos saque de nuestras certezas y de nuestra comodidad, para que “Dios sea a quien primero sirvamos” en nuestra vida. Así como Noé entró en el Arca en el momento indicado por Dios, a nosotros se nos pide ahora, para el tiempo que viene, que entremos en la nueva Arca: el Corazón Inmaculado de María. Primacía a la oración, a la Eucaristía, a la confesión, al rosario y al ayuno. Ya no es el momento de prepararse, sino de estar preparados.

¿No se corre el riesgo de exagerar, de obsesionarse con anuncios apocalípticos? ¿Debemos tener miedo de esto?

Los temas escatológicos son desgraciadamente poco o nada tratados… El resultado es un gran desconocimiento entre los fieles y un resquemor sobre estos acontecimientos anunciados, que sin embargo encontramos relatados en las Escrituras, en el Catecismo de la Iglesia Católica y también por los papas. Es una pena, nuestra esperanza no está bien alimentada. Muchos cristianos, por falta de una base catequética, no saben realmente lo que esperan y, por otra parte, se desesperan porque el mundo va de mal en peor. Los sacerdotes, a partir del magisterio, deben comentar para nosotros los mensajes del Cielo. Este conocimiento alimentaría la esperanza de algunos y calmaría el ardor de otros que sólo viven pensando en estos acontecimientos, olvidando la vida cotidiana y el momento presente. Jesús nos dio la actitud correcta que debemos tener: “Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir” (Lc 21,28-36).

damián sánchez
Damián Sánchez
Covid-19, el cambio climático, los ataques a la vida humana en gestación, la familia, las guerras, ¿hemos llegado al Fin de los Tiempos?

María y las Escrituras nos dicen que habrá catástrofes naturales como el mundo nunca ha conocido, así como guerras, hambrunas y una terrible crisis dentro de la propia Iglesia. Estas pruebas se nos hacen familiares. Será una purificación de la humanidad, de la Iglesia y de la Tierra, antes de entrar en una nueva era: la civilización del Amor. A través de sus apariciones, María reúne a su ejército, somos sus “Apóstoles de los últimos tiempos”, como profetizó San Luis María Grignion de Montfort. “Las únicas armas que te quedarán son el rosario y la señal que dejó el Hijo. Recita las oraciones del rosario todos los días. Con el rosario, rezad por el Papa, los obispos y los sacerdotes”, anticipó la Virgen en Akita, Japón, en 1973.

Siguiendo el ejemplo de los primeros cristianos, pongámonos en actitud de despertar y acoger espiritualmente: “¡Ven, Señor Jesús!”. “Por supuesto, no queremos que llegue el fin del mundo”, dijo Benedicto XVI en su catequesis del 12 de noviembre de 2008. “Pero, por otro lado, queremos que este mundo injusto termine. También queremos que el mundo cambie fundamentalmente, que comience la civilización del Amor, por un mundo de justicia, de paz, sin violencia, sin hambre.”

Fin de los tiempos, fin del mundo, ¿de qué estamos hablando?

Es importante distinguir entre estos dos periodos cronológica y sustancialmente diferentes. El Fin de los Tiempos abarca, en primer lugar, los acontecimientos escatológicos anunciados en el Apocalipsis, recordados por las apariciones marianas, durante los cuales Satanás reina de forma suprema: la Tribulación (persecución), el Anticristo, la gran Apostasía, un eventual escarmiento, luego el triunfo del Corazón Inmaculado de María, la civilización del Amor… hasta la última batalla de Gog y Magog que precede al regreso de Cristo en la gloria: Él firmará el fin del mundo, es decir, el fin de la humanidad concluido por el Juicio Final. ¿Cuándo ocurrirá todo esto? “De aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre…” (Mt 24,32-36).

Fuente: Portaluz.org