Por qué Rezar el Rosario

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Rezamos el Rosario por amor a la Virgen.

También porque Santa Teresa de los Andes y San Alberto Hurtado lo tenían como arma eficaz para la salvación de sus almas y el apostolado.

Rezar el rosario es un alimento espiritual necesario y una escuela de vida cristiana.

Porque Chile hoy lo necesita más que nunca.

Porque la vidente Sor Lucía de Fátima asegura que: “La Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia a rezar el Rosario. De tal manera que ahora no hay problema, por más difícil que sea, fuere temporal o sobre todo espiritual, relacionado con nuestra vida personal; o la vida de nuestras familias; o la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario.”

Porque desde el Siglo XIX la Santísima Virgen se ha manifestado especialmente a los hombres mostrándoles un camino de oración a través del rosario:

En Lourdes, el 11 de Febrero de 1858 la Santísima Virgen se aparece a Bernardette Soubirous, una gran devota del rosario de 14 años. Si bien las apariciones de Lourdes son recordadas principalmente por las aguas milagrosas que han curado a miles de personas, el rosario fue el vínculo que la santísima Virgen tuvo con Bernardette para transmitir su mensaje.

gruta de lourdesElla nos cuenta que durante la primera aparición “al levantar la cabeza, mirando a la gruta, vi a una Señora toda vestida de blanco, con un cinturón azul y en cada pie una rosa amarilla del color de la cadena de su rosario; las cuentas de éste eran blancas”. La Señora le hizo señas a Bernardette para que se acercara, y ella aterrada recordaba, “metí la mano en el bolsillo y saqué el rosario… La Señora tomó el rosario que tenía entre sus manos e hizo la señal de la cruz… Me arrodillé y recé el Rosario en presencia de la hermosa Señora… Ella pasaba las cuentas de su rosario entre sus dedos, pero sin mover los labios. Únicamente al final de cada decena repetía conmigo el Gloria”. Y así transcurrieron unos quince minutos, tiempo que toma el rezar un rosario, y luego la Señora desapareció.

El domingo 14 de febrero, Bernardette insiste en ir junto a su hermana y una amiga. “Llegadas allí, cogimos cada una el rosario y nos pusimos de rodillas para rezarlo. Apenas terminado el primer misterio, vi a la Señora…”. Nuevamente la ve con su rosario en el brazo.  Rezan el rosario y ahí la Virgen nuevamente desaparece.

En total la Virgen se le apareció 18 veces entre el 11 de febrero y el 7 de abril de ese mismo año, y en cada una de las apariciones rezaron juntas el rosario.

Preparada por el rezo del Rosario junto a la santísima Virgen, Bernardette fue fiel a la gracia, a pesar de las burlas y las persecuciones de los enemigos de la fe y también nos dejó el testimonio de la importancia que la santísima Virgen dio a esta oración.

fatimaEn Fátima, Portugal, el 13 de mayo de 1917, tres pequeños pastores Lucía, Jacinta y Francisco vivieron seis apariciones de la Virgen (Lucía tres más en el transcurso de su vida), quien les pidió ser reconocida y venerada como la “Señora del Rosario”.

Los desafíos que la Virgen comunicó a la humanidad a través de los niños videntes podríamos resumirlos en orar rezando el rosario y ofrecer reparación por nuestros pecados y los pecadores que ofenden el Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen, como camino de salvación y paz para el mundo.

Recemos pues el rosario confiando en las promesas que la propia Virgen María nos legó a través de Lucía en su aparición del 10 de diciembre de 1925: “Todos aquellos que durante cinco meses, en el Primer Sábado se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan 15 minutos de compañía, meditando en los 15 misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas.”

En este mismo espíritu entonces Un Rosario por Chile, en sus siete peticiones acoge aquello que la Virgen nos pidiera a través de Jacinta, Lucía y Francisco:

“Quiero que recen el Rosario todos los días, para traer la paz al mundo”.

La magnitud de estas promesas, y su señalamiento de predestinación nos hacen ver el valor que ante Dios tiene cada Rosario meditado y devoto. Todo él está apegado a la Sagrada Escritura. A través de los veinte misterios divididos en Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos repasamos, cada semana, la historia de la Salvación. Es así obra del Amor de Dios, don de perfección con los siete sacramentos, confirmación del Amor de Dios llevado a los extremos del dolor y confirmación de su Victoria Definitiva a la que debemos seguirle.

Por amor a nuestra Madre Santísima, en quien también habita y se recrea la Palabra de Dios… “María, en la Palabra de Dios está en casa propia, entra y sale con naturaleza… habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios es suya y su palabra nace de la Palabra de Dios… sus pensamientos están en sintonía con los pensamientos de Dios… su voluntad es la voluntad de Dios” (Benedicto XVI, Encíclica Deus Caritas Est, No. 41).