Encarcelada, al rezar el rosario Dios la liberó
Han transcurrido diez años cumpliendo condena, sindicada de ser autora intelectual de un robo que terminó en asesinato. Conoció y comenzó a rezar el rosario estando en prisión. Nunca imaginó que la devoción a la Santísima Virgen sería puente para alcanzar la libertad.
Marcela Silva (47) es secretaria de la fundación Mujer Levántate, una entidad católica que acompaña a mujeres reclusas en su plan de reinserción social y familiar.
Hacia 1995 Marcela iba de un sitio a otro, afligida, confiando a Dios que sanara de las adicciones a su esposo. Aún recuerda: “Fue el año 1999 cuando yo era secretaria del lugar. Mi marido, mi cuñado y un grupo de amigos me pidieron información sobre los pagos y yo accedí… Les di el dato y asaltaron ese colegio en el que asesinaron a uno de mis compañeros de trabajo”.
La investigación policial no tardó en dar con los responsables y Marcela rodó por un precipicio. “La justicia dictaminó diez años de prisión”.
El miedo y el gesto de Dios
Cuando las rabias internas más amenazaban su equilibrio, Marcela recibió el primer salvavidas de Dios para rescatarla del vacío en que se encontraba. “Me llamaron de un colegio penal que existe en la cárcel, y la directora me ofreció trabajar con ellos, pero sin remuneración. Podría ayudar a educar a las personas que no saben leer ni escribir, recortar material didáctico, ayudar en trabajos y tareas que a algunas mujeres les dificulta”.
Cada historia, un misterio del Rosario
Al poco tiempo de estar en la cárcel, dice, encontró respuestas a través de la pastoral penitenciaria y la compañía de la Hermana Nelly León, religiosa de la Congregación del Buen Pastor. “Empecé a participar en las misas, leyendo los textos bíblicos, le bailé a la Virgen, tomé clases de cueca, despertando así lo que estaba dormido y que yo no me había preocupado de cultivar. Descubrí tantas realidades, hice tantos cursos, de fotografía, de orfebrería, pinté, ¡hice millones de cosas!”.
Pero nuevos cambios llegarían en su beneficio al incorporarse por dos años a un taller donde confeccionaba rosarios. “Por cada uno de ellos, teníamos que hacer una oración. Y todo tenía que nacer de ti, no preocuparnos de lo económico”. Según cuenta, los años en la cárcel tuvieron un sentido. “Fueron muchas cosas las que se juntaron, al igual que un rosario, al final para llegar donde llegué y sentirme como me sentí.”
Hoy sabe que fue la Santísima Virgen María quien medió para fijar su horizonte fuera de las celdas. “Había que pasar por una serie de psicólogos, terapeutas y asistentes sociales en la cárcel. Un día estaba rezando el rosario, y anteriormente yo había hecho una postulación, pero me había ido mal, justamente por la no tolerancia a la frustración, entre otras cosas. Y cuando salieron los resultados, la hermana Nelly me dijo «todos tus votos fueron unánimes». Y yo le dije «¿sabe qué?, había rezado el rosario»”.
Fuente: www.portaluz.org