Khristian Briones y Fundación Paternitas: la Redención del Rosario

La mitad de sus 37 años de vida transcurrió en la cárcel. Ahora coordina a un grupo de reclusos de la Cárcel de Puente Alto que fabrican rosarios en un taller sostenido por la “Fundación Paternitas”, en colaboración con “Un Rosario por Chile”. A continuación reproducimos un reportaje publicado por el periódico diocesano “Encuentro” a Khristian Briones sobre la Fundación Paternitas.
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Uno de los internos muestra el rosario que acaba de fabricar

Cada miércoles a las 13:00 hrs., Khristian Briones llega al Centro de Detención Penitenciario de Puente Alto, donde fiscaliza que treinta internos cumplan con una tarea única: fabricar rosarios. Entre cuentas, cruces de madera y otros materiales, ellos integran el programa “Taller de Rosarios”, de la Fundación Paternitas.

Khristian es monitor externo de dicha iniciativa y en cada visita acude a una pequeña sala instalada en la sección juvenil del penal, donde recibe uno por uno a los treinta internos que forman parte del programa. “En mayo hicieron 3.400 rosarios. Siempre fabrican entre 1.500 y 3.000, y como están cumpliendo con las metas, les vamos a entregar más material para que hagan 1.400 rosarios más antes de fin de mes”, explica mientras toma nota en su cuadernos de las cantidades de bolsas con pelotitas plásticas más los hilos, la aguja y los tubos que le entrega a cada uno de los internos. También les pasa un sobre con dinero por su trabajo cumplido. “Esta platita se la mando a mi familia que me está esperando afuera”, dice uno de los reclusos.

El Padre Nicolás

Padre Nicolas Vial Paternitas rosario

Padre Nicolás Vial imparte la bendición

Testigo de esta escena es el padre Nicolás Vial, presidente de la Fundación Paternitas, mientras recibe el amable saludo de los que llegan a la pequeña sala. “Esta es la única forma de romper la rutina maldita de la cárcel. La cárcel conduce a la violencia, al suicidio, al ocio y a todo lo que conlleva muerte. Por eso un taller que crea un incentivo es salvador”, comenta el sacerdote, y agrega, “aquí los jóvenes están realizando un trabajo que combina tres principios: la excelencia, el cumplimiento en el tiempo y la capacidad de ser flexible”. El Taller empezó hace tres años. Sus rosarios se distribuyen a todo el país gracias a “Un Rosario por Chile”. “Esto nos sirve harto porque nos mantiene ocupados durante el día. A veces me quedo dormido de una porque hacemos muchos durante el día y quedo cansado. Estamos muy contentos con este taller y la plata que ganamos se la enviamos a nuestra gente”, cuenta el interno Emerson Arancibia (22).

Cable a tierra

Khristian Mauricio Briones Puebla tiene 37 años, de los cuales pasó 18 entrando y saliendo de la cárcel. Su condena más larga fue de 6 años y medio, la que le dejó un registro de veinte puñaladas en su cuerpo y una inmensa quemadura en su pierna izquierda provocada por una cocinilla encendida con parafina que le lanzaron a su pieza. Dentro de la cárcel conoció al padre Vial, con el que forjó amistad. “Una vez me intenté ahorcar. Destruí toda mi ropa y él llegó con ropa, me ayudó, me conversó y me tiró para arriba. Siempre me lo encontraba y me hablaba de la Fundación Paternitas”, recuerda Khristian.

Sin duda que el factor más importante que lo ayudó a estabilizarse fue el nacimiento de su hija, Aylin. Para esa época ya había cumplido su condena y tenía algunos trabajos. Pero él seguía consumiendo droga a escondidas de su mujer. “Mi hija había nacido y yo seguía metido en la pasta base. Hasta que un día me arrodillé, me puse a orar y me acordé del padre Nicolás. Lo fui a buscar, me recibió y me internó en el centro de rehabilitación de la fundación”.

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Khristian Briones supervisando el taller de rosarios

De eso hace cinco años, tiempo en el que sacó su cuarto medio y el primer paso para lo que hoy hace, estudiar tercer año de trabajo social en la Universidad Bolivariana.

También sale con su camioneta a vender ropa en la feria cada domingo, hace intervenciones artísticas en la calle y, lo principal, cada día levanta y lleva al colegio a su hija que va en primero básico. “Estoy cumpliendo mis sueños de a poquitito y siendo quien realmente soy, no esa persona que pasaba entrando y saliendo de la cárcel”, concluye.


Fuente: “Encuentro”, periódico del arzobispado de Santiago; nº 101, pág. 7.