Llevaba seis meses bautizado cuando lo contrataron para Notre Dame: “Rezaba el rosario desde lo alto de un pináculo”
“Me impresionó la enorme estatua de Cristo bendiciendo la ciudad con sus manos heridas por los estigmas”, revela. Podría parecer un capítulo extraído de la novela de Víctor Hugo Nuestra Señora de París. Pero, en este caso, el protagonista no se llama Quasimodo, sino Antonin, y no es un jorobado que se desliza entre los pináculos de la catedral de Notre Dame, sino un maestro can... »