William, el ministro luterano que abrazó la fe católica al descubrir el Rosario
“Esta experiencia con el Rosario fue una grieta en la armadura de sospecha que había construido contra el catolicismo”.
Este año 2024 marca el 11.º aniversario de la conversión al catolicismo del que fuera ministro luterano, el norteamericano William “Billy” Kangas … “la decisión más importante de mi vida”, señala.
Una de las influencias más profundas en su conversión –dice– fue el impacto de varios católicos que vivían su fe de manera auténtica. “Su testimonio me ayudó a estar abierto a uno de los aspectos más desafiantes de mi viaje: el Rosario”, revela.
Nacido en EE.UU. dentro de un hogar luterano perteneciente a la confesión “Sínodo de Missouri”, William cuenta que desde niño lo previnieron para ser “cauteloso” con la Iglesia católica. “En nuestros servicios en la capilla, a menudo se enfatizaba que la Iglesia había convertido la gracia de Dios en algo que se podía comprar o ganar”, recuerda, y como consecuencia de esa imagen “creía que los católicos eran, en el mejor de los casos, personas equivocadas y, en el peor, herejes declarados”, admite.
Durante su adolescencia, William comenzó lo que describe como “experimentar a Dios de manera personal, como una fuerza viva y activa en mi vida”. Su fe –cuenta– se volvió algo propio y central de su identidad; sin embargo, sus formadores eran hombres con opiniones fuertemente anticatólicas. “Me advertían sobre el catolicismo –relata–, describiéndolo como algo diabólico y profundamente problemático”. Incluso lo inducían a leer libros sobre los “peligros del catolicismo” y a distribuir folletos bíblicos como los del humorista gráfico Jack Chick, “que solía condenar duramente a los católicos”, subraya.
Un regalo inesperado
A pesar de esto, las vidas y la fe de los católicos que conocía lo llevaron a cuestionar algunas cosas que escuchaba. Por ejemplo, muchas de las personas más reflexivas y orientadas hacia la fe que conocía William… resultaban ser católicas. “Me decía a mí mismo que eran cristianos a pesar de su catolicismo”, confidencia, “pero me sentía curioso”.
Esa curiosidad no tardó en encontrar un desafío. “Viviendo en Ann Arbor, Michigan”, cuenta, “asistí a la Feria de Arte anual, que incluía puestos donde distintas organizaciones podían compartir sus misiones y creencias. Ahí me topé con una mesa blanca cubierta de rosarios. Ya los había visto antes, y siempre me incomodaban”, indica, pues le parecían “la definición misma de oraciones vanas y repetitivas, además de idolatría, ya que pensaba que se rezaba a María, no a Dios”. Aun con todas estas objeciones, William se sentía “intrigado”, y así fue como aceptó un rosario gratis ofrecido por un amable católico de aquella mesa. Agradeció, lo guardó y siguió su camino.
¿Y ahora qué?
“Más tarde ese día”, continúa, “tiré la mayoría de los objetos que me habían dado en la feria, pero no pude deshacerme del rosario”, recuerda. No sabía qué hacer con él; si bien entendía que estaba destinado a la oración, “no me sentía cómodo rezando el Ave María”, dice, y se le ocurrió que “tal vez podría orar simplemente llevando las cuentas en mis manos”. Así, comenzó a hacer caminatas de oración, y mientras oraba, sujetaba las cuentas. “Me gustaba porque me daba una sensación física del acto de rezar”, observa.
Pasados unos meses con esta inusual rutina, William decidió hacer el intento de rezar un Rosario entero, “con las Ave Marías y todo lo demás”. Encontró un folleto que enseñaba los pasos de esta oración… y empezó. “Comencé a darme cuenta de que el Rosario no era una oración a María, sino una oración con María sobre Jesús”, explica, señalando que al meditar cada uno de los misterios, las oraciones le mostraban el gran amor de María por Jesús y su papel en su vida. “Empecé a ver a María como un ejemplo de alguien que amaba profundamente a Jesús”, cuenta William, y añade que comenzó “a pedirle a Jesús que me hiciera más como María, y luego creí que María también podía orar por mí, para que me pareciera más a Jesús”, detalla.
Esta experiencia con el Rosario fue, en sus palabras, “una grieta en la armadura de sospecha que había construido contra el catolicismo”. Y así, admite William, “experimentar la profundidad y belleza de la espiritualidad católica hizo que mi conversión a la Iglesia fuera un salto que estaba listo para dar, una belleza que se me abrió gracias al testimonio de amigos y desconocidos que vivían su fe de manera abierta y acogedora”, concluye.
Fuente: Dr. William Kangas – The Coming Home Network