Matrimonio testimonia que vencieron la infertilidad rezando durante 365 días el Rosario, a las 4:30 de la mañana
Junto con rezar el rosario durante todo el embarazo, desde que recibieron la buena nueva de que esperaban un bebé, acudieron a su médico tratante quien indicó un tratamiento inyectable de una hormona de la cual carecía Diana y que era fundamental para el éxito de la gestación.
Según detalla un informe de la OMS publicado en abril de 2023, una de cada 6 personas en el mundo –hombres y mujeres– es estéril y experimentan diversos padecimientos a lo largo de la vida, como consecuencia del no poder engendrar descendencia. “Puede causar mucha angustia, estigmatización, dificultades económicas y afectar al bienestar mental y psicosocial de las personas”, destaca la presentación del estudio.
Esta realidad que informa la OMS era la cruz que vivían a diario los colombianos Diana Carmona y Fernando León, quienes se casaron cuando ella tenía 33 y él 36 años. Cuentan a Portaluz que en los primeros meses de matrimonio pusieron el foco armando la casa y fortaleciendo el vínculo en lo cotidiano… “Tuvimos un año para formar el hogar, como para llenarlo de cositas, comprar esto o lo otro, y ya cuando lo teníamos todo dijimos bueno vamos a empezar a buscar familia”, comenta Diana y recuerda que ya desde un primer momento el asunto les inquietaba, sabiendo que con el paso de los años la fertilidad o el proceso del embarazo podrían verse afectados.
Unidos, en la alegría y en el dolor
Y así fue para ellos, pues perdieron “un sábado santo” –cuenta Diana– a su primer bebé. Luego de un tiempo de duelo, recuperándose del dolor recibieron la noticia de estar nuevamente esperando un hijo, pero se repitió la dramática experiencia. “Cuando nos dimos cuenta de que estaba en embarazo, ella fue a donde el médico quien le dijo: «sí, usted está en embarazo, pero el bebé dejó de latir»”, dice Fernando con tristeza.
Iniciaron entonces un largo proceso de estudios clínicos que al fin no identificó cuál era la causa que provocaba todo esto y Diana, sin ver una solución a su anhelo de ser madre, comenzó a padecer “una crisis psicológica muy fuerte”, confidencia.
Pero no se detuvieron ahí y en su afán de ser padres acudieron a otro ginecólogo, quien les propuso hacer uso de unas pastillas que aseguró “mejorarían la fertilidad” en el período de ovulación, tratamiento que desestimaron. Por esos días, sintiéndose derrotada Diana le propuso a su esposo divorciarse para que así él pudiera cumplir con el sueño de ser padre. Fernando fue categórico al rechazar esa insinuación. “Si Dios nos tiene unidos y no nos ha dado ese bebé, es porque no nos lo va a dar a ninguno de los dos”, recuerda que le respondió y sintiendo en su alma lo que decía a su esposa, añadió… “¡Vamos a pedírselo en oración al Señor!”
365 días aferrados a una esperanza
Fernando conocía al padre Gerardo Piñeros de la Arquidiócesis de Medellín y acudieron a él, anhelando lograr la ayuda del cielo … “entonces le dije: «es que nosotros no hemos podido tener hijos, por favor quisiera que usted bendijera el vientre de mi esposa»”, cuenta Fernando y Diana complementa el recuerdo de ese momento: “El padre hizo una oración muy bonita mientras ponía las manos en mi vientre”.
Desde ese día comenzaron a frecuentar más la Iglesia, se consagraron a San Miguel Arcángel y comenzaron a rezar juntos, todos los días, el Rosario –tal como se los indicó el padre Gerardo– pidiendo a la Virgen le implorase a Dios conceder el milagro de engendrar un hijo.
En este punto del relato se humedecen los ojos de ambos esposos y es Diana quien da testimonio de lo ocurrido: “Nuestro hijo nos llegó luego de 365 días orando, porque eso fue lo que transcurrió para que Martín llegara. Le rezábamos todos los días a las 4:30 de la mañana”.
Junto con rezar el rosario durante todo el embarazo, desde que recibieron la buena nueva de que esperaban un bebé, acudieron a su médico tratante quien indicó un tratamiento inyectable de una hormona de la cual carecía Diana y que era fundamental para el éxito de la gestación.
Bendito sea Dios
Después de nacer Martín, sus papás querían agradecer al padre Gerardo Piñeros su bendición y pedirle que les bautizara al bebé, pero como la parroquia del sacerdote quedaba en lo alto de una de las montañas de Medellín, no podían acudir allí. Cuál no sería su feliz sorpresa cuando se lo encontraron de improviso en la clínica, justo el día en que Diana daba a luz. “La Diosidencia del caso, nosotros saliendo de la clínica con Martín en la silla de ruedas con mi esposa y el padre Gerardo entrando por el pasillo. Yo lo miro y le digo padre usted que está haciendo por aquí y me mira asustado y le digo padre gracias a usted nació el niño, y él ¿cómo así? Y medio hablamos como en unos dos minutos ahí, y le dio la bendición y nos preguntó cómo se va a llamar y pues le dijimos Martín. Lo bendijo y lo bautizó ahí”, recuerdan emocionados.
Son muchos los matrimonios que pasan años sin concebir un hijo, a ellos Fernando y Diana les alientan a mantenerse firmes en la fe: “Cuando Dios tiene dispuesto para una familia santificarla a través de los hijos Él los envía en el momento oportuno. No hay que desfallecer, hay que vencer estas tormentas”.
Fuente: Portaluz.org