Testimonios del Rosario del Padre Pio de Pietralcina, el “Rosario Viviente”

Tres testimonios del rosario que recopilamos de la vida de este santo hombre de Dios.

p-pioEl amor entrañable de Padre Pío a la Virgen se expresaba en particular por el rezo del Santo rosario, que llevaba siempre enrollado en la mano o en el brazo, como si fuera un arma contra toda clase de enemigos, siempre empuñada. Lo rezaba de continuo. En una nota, dejó escrito:”Diariamente recitaré no menos de cinco rosarios completos”

Sus cohermanos llamaban a Padre Pío “el rosario viviente”. “¿hay oración mas bella -decía él- que aquella que nos enseñó la Virgen misma? Recen siempre el rosario”

Así aconsejaba a los cristianos:

“Amen a la Virgen y háganla amar! la oración del rosario es la oración que hace triunfar de todo y a todos. Ella, María nos lo ha enseñado así, lo mismo que Jesús nos enseñó el Padre Nuestro”.

Con el rosario en la mano, pronunciando dulcemente los nombre de Jesús y María entregó su hermosa alma a Dios.

(Fuente: http://www.padrepiosanto.info/santo_rosario.htm)

Sobre otro pasaje de su vida, Fray Paolo Covino, sacerdote capuchino que administró la Extremaunción al Padre Pío, nos habla del enorme amor que el Santo Estigmatizado profesaba a la Virgen, Nuestra Señora:

“El Padre Pío era un hombre de Dios. Rezaba por quien no rezaba. Apenas comía ni bebía. Llevaba siempre en la mano el Santo Rosario, su arma más
poderosa contra el enemigo, la cual empleaba sin descanso. Llegaba a rezar quince o veinte rosarios completos al día. Él decía:

-Haced amar a la Virgen. Ella os escuchará. Rezad el Rosario todos los días y Ella lo pensará todo.

El Padre Pío –dice fray Paolo- guardaba rosarios por todas partes: bajo la almohada, en la mesilla de noche, en los bolsillos… Una tarde, estando enfermo en la cama, como no encontraba el suyo, exhortó al Padre Honorato de San Giovanni Rotondo:

-¡Muchacho, búscame el arma!, ¡dame el arma!.

Al Obispo italiano Pablo Corta, que le visitó acompañado de un amigo suyo, oficial del ejército transalpino, le respondió sonriente cuando aquél le pidió en broma un billete al Cielo para el militar:

-¡Para entrar en el Paraíso se requiere algo muy importante! Hay que contar con el billete de acceso a la Santísima Virgen. Si esto se logra, lo habremos conseguido todo. Ella es la Puerta del Cielo. El billete que te permite ingresar en el Paraíso es el Santo Rosario.”

(Fuente: Padre Pio: los milagros desconocidos del santo de los estigmas, José María Zavala)

En la biografía de P. Pío se dice que desde muy pequeñito experimenta un amor muy grande por la Santísima Virgen María, su “mammusia”, como cariñosamente la llamaba, que significa en dialecto “mamita”. Su primer peregrinaje siendo un niño de 8 años fue a la Virgen de Pompeya (la Virgen del Rosario), cerca de Nápoles.

Benedicto XVI rezando frente al cuerpo de San Pío de Pietrelcina

Benedicto XVI rezando frente al cuerpo de San Pío de Pietrelcina

En su casa de Pietralcina, como en todas las familias italianas de la época, el rosario era la oración familiar. Se encontraban alrededor del fuego todas las noches antes de ir a dormir rezándolo. Pero cuando la Virgen apareció en Fátima y se presentó como la Virgen del Rosario, recomendando rezarlo como oración potente para obtener todo bien y alejar todo mal, Padre Pío hizo del rosario su oración incesante e incansable de día a día. Decía Padre Pío: ¿Si la Virgen Santa lo ha siempre calurosamente recomendado donde quiera que ha aparecido, no nos parece que deba ser por un motivo especial?.

Entre más crecía su clientela mundial, como la llamó el Papa Pablo VI, de sus hijos espirituales, más él aumentaba las coronas del Rosario a recitar. Era su secreto, con esta cadena que lo unía al Corazón de Jesús a través del Corazón Inmaculado de María, él alejaba los males y obtenía las gracias para sus hijos. Llegó a recitar, en el curso de un día un número incalculable de rosarios. Su oración asidua lo hizo un “Hombre hecho Rosario” o como podría ser llamado el “Santo del Rosario”.

Una vez lo oyeron decir: quisiera que los días tuvieran 48 horas para poder redoblar los Rosarios”. Todos los dones y prodigios para las almas los obtenía a través del Santo Rosario.

Un día le pidieron sus hijos espirituales les dejara su herencia espiritual. Padre Pío respondió inmediatamente sin pensar siquiera: “El Rosario”. Y poco antes de la muerte a su amigo y hermano Fray Modestino le dijo: “¡Amen a la Virgen y háganla amar. Reciten siempre el Rosario!”. El Padre Pío vivió su vida del altar al confesionario. Siempre con el rosario en la mano, unido al Corazón Inmaculado de María, quien lo formó imagen encarnada de la misericordia del Corazón Eucarístico de Jesús para con el siglo XX. Este siglo de tantos pecados y desafíos a los derechos de Dios como nuestro creador y de ataques horrendos a la dignidad del Hombre.

P. Berardo María

(Fuente: http://www.corazones.org/oraciones/oraciones_maria/rosario/devotos_rosario.htm)