Reflexión para Mayo 2019

Mayo es el mes de María en Europa y también el aniversario de uno de los grandes ciclos de apariciones marianas, Fátima, de profética influencia en el devenir del siglo XX. La llamada a la conversión de vida y al rezo del Rosario, partes centrales de su mensaje en Cova da Iría, fueron también dos signos que retratan la misericordia invencible de la Madre de Dios, preocupada por sus hijos de este mundo. Elevemos a Ella nuestra mirada con confianza y aún más, con certeza, como lo recomienda el célebre sermón de San Bernardo sobre la Estrella del Mar:

 

¡Oh! tú, quien quiera que seas, que te sientes lejos de tierra firme,
arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y tempestades,
si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta estrella.

Si el viento de las tentaciones se levanta,
si el escollo de las tribulaciones se interpone en tu camino,
mira la estrella, invoca a María.

Si eres balanceado por las agitaciones del orgullo,
de la ambición, de la murmuración, de la envidia,
mira la estrella, invoca a María.

Si la cólera, la avaricia, los deseos impuros
sacuden la frágil embarcación de tu alma, levanta los ojos hacia María.

Si perturbado por el recuerdo de la enormidad de tus crímenes,
confuso ante las torpezas de tu conciencia,
aterrorizado por el miedo del Juicio,
comienzas a dejarte arrastrar por el torbellino de tristeza,
a despeñarte en el abismo de la desesperación, piensa en María.

[…]

Si Ella te sostiene, no caerás; si Ella te protege, nada tendrás que temer;
si Ella te conduce, no te cansarás; si Ella te es favorable, alcanzarás el fin.
Y así verificarás, por tu propia experiencia, con cuánta razón fue dicho:
“Y el nombre de la Virgen era María”.