Rosario diario, misa, opositor a la ideología de género: el perfil de Alejandro Ordóñez, candidato a la presidencia de Colombia

El ex Procurador General de la Nación y candidato a la Presidencia de Colombia Alejandro Ordóñez Maldonado concedió una reciente entrevista exclusiva al medio católico Portaluz. Allí dialoga sobre su fe, el modo en que ésta ilumina sus acciones cotidianas y la manera en que se dispone a hacerla parte de su vida pública como candidato y en la eventualidad de un triunfo electoral.

Alejandro Ordóñez de 62 años es el menor de cinco hermanos, todos criados y educados –como la mayoría de los colombianos– en la fe católica. Sincero, reconoce ser devoto de la Santísima Virgen María, rezar a diario el Santo Rosario y destinar también alrededor de quince minutos para meditar, centrado en Dios. Afirma que en su programa de gobierno potenciará la defensa y cuidado de la vida humana, desde la concepción hasta su muerte natural; asimismo de la familia y el matrimonio, fundamentos de un desarrollo sustentable para Colombia.

Señor Ordóñez, para nadie es un secreto que usted es un católico practicante, pero poco se conoce de su vida espiritual…

Alejandro Ordóñez: Pues yo tuve un proceso de conversión. Desde luego que mi familia es católica practicante. Estudié con los padres jesuitas, estudié con las hermanas dominicas y mi familia es como les dije bastante practicante, ellos pusieron la semilla y después en mi juventud fui…. me extravié un poco.

¿En qué cayó?

A.O.: Jajaja, en lo que caemos cuando jóvenes… “yo también tuve veinte años” y llega un momento en que uno tiene una serie de interrogantes, una reforma de vida. Gracias a Dios hice unos retiros ignacianos, cinco días de absoluto silencio; ello me imprimió, me abrió los ojos y de ahí en adelante he procurado…. esto fue a los diecinueve o veinte años. Desde luego hubo caídas, como dice el escritor colombiano Nicolás Gómez Dávila –el ya murió–, en sus “Escolios a un texto implícito” afirmando algo muy cierto: “La cristiandad o la sociedad cristiana no es una sociedad de santos sino de pecadores arrepentidos”.

¿El Dios en que usted cree es el Dios justo, misericordioso, que nos muestra Papa Francisco?

A.O.: Es el Dios de los católicos, el Dios uno y trino, que se encarnó en las entrañas de una Virgen, que se hizo hombre para salvarnos. Creo en ese Dios, en el Dios del catolicismo, en el Dios de la moral cristiana, que es creador, que es omnipotente, que es legislador, que nos perdona y nos da la gracia para santificarnos.

¿Tiene alguna devoción?

A.O.: Sí. Soy mariano, soy muy devoto primero de Nuestra Emperatriz, de la Virgen de Guadalupe, de la Virgen de Fátima soy muy devoto; de Nuestra Patrona la Virgen de Chiquinquirá. Desde luego muy devoto de San José, tengo una gran devoción a los 30 días de San José.

¿Qué prácticas de piedad o devoción vive a diario?

A.O.: El Santo Rosario. Yo me levanto… ya a mi edad a las 4 de la mañana se levanta uno fácilmente, no tiene que esforzarse, rezo las oraciones de la mañana, medito unos quince minutos un texto bíblico o con algún texto doctrinario, a veces la esclavitud de San Luis María [Grignion de Montfort], rezo el Santo Rosario y la oraciones de la noche. Hago el esfuerzo para ir a misa todos los días, no es fácil a veces pero la misa dominical por supuesto voy con mi familia.

¿Cree usted que podría llegar a impregnar los valores del Evangelio en los colombianos, y cómo lo haría?

A.O.: Pues mire, es indudable que hoy en día las estructuras constitucionales, las estructuras jurídicas, son construidas dentro de una mentalidad laicista y hoy en día el laicismo es abiertamente militante; pretende imponer y disolver las tradiciones cristianas. Es indudable que hay valores y principios naturales que el mismo ordenamiento jurídico defiende. Por ejemplo el derecho a la vida desde la concepción hasta su muerte natural; la familia fundada por el matrimonio entre un hombre y una mujer; el derecho de los papás a escoger la educación de sus hijos; son la necesaria objeción de la conciencia frente a decisiones judiciales o políticas públicas que impiden o pretenden hacer una reingeniería social anticristiana.

Entonces, es indudable que el ejemplo es muy importante en el ejercicio de lo público. Ese ejemplo es bien aleccionador; soy un convencido de que Cristo es una necesidad personal pero también una necesidad social y hoy en día hay una clara tendencia, no solamente en muchos países, donde se es consciente que la crisis cultural, la crisis de la civilización surge a partir de la renuncia, del desconocimiento, de los valores cristianos.

Hace muy poco triunfó en Austria un candidato católico quien tenía como bandera el volver a incluir en la constitución austríaca los valores cristianos. En Colombia olvidamos que en el preámbulo de nuestra Constitución se menciona a Dios; aparece Dios para proteger nuestras instituciones. Entonces, mire, Colombia es un país profundamente católico y profundamente cristiano, entonces es apenas normal que no se pierdan las costumbres y que no se pueda desconocer o que la política no pueda desconocer esos valores cristianos.

Alejandro Ordóñez

Actualmente el aborto en Colombia está legalizado en tres casos, ¿si usted llegara a la presidencia derogaría esta ley?

A.O.: Esa es una creación jurisprudencial, pero lo que yo voy a hacer son dos cosas. Primero: promover los instrumentos constitucionales, los referéndum, para lograr que nuevamente la vida sea protegida desde su concepción hasta la muerte natural. Segundo: mientras eso acontece, promoveré la reglamentación de la objeción de la conciencia, para que en los hospitales, para que en los colegios no se les obligue a actuar en contra de su conciencia; ni políticas públicas, ni leyes ni decisiones judiciales podrán obligar a hospitales que defienden la vida desde su concepción hasta la muerte natural, a abortar; ni obligar a médicos o personal paramédico que defienden la vida desde su concepción hasta la muerte natural. Eso si hay algo, dijéramos, que es una exigencia en esa materia es precisamente la necesidad de regular la objeción de la conciencia.

Sin negar la importancia del respeto a la persona homosexual y su vida privada, ¿qué propone para evitar que en los mismos colegios los planes de educación y normas de convivencia sigan promoviendo la conducta homosexual?

A.O.: En mi gobierno los padres de familia pueden estar tranquilos porque no promoveré la ideología de género; no permitiré que desde el Estado se imponga una doctrina, se haga pedagogía de la ideología de género, o se colonice a nuestra juventud; no permitiré que con la ideología de género se adoctrine a nuestra niñez ni a nuestra juventud. Y mientras esto se convierte en política pública, se implementará la objeción de la conciencia, para que los colegios adherente a una doctrina o antropología cristiana, pues no se les persiga, sino que se les permita y se proteja la transmisión de esos valores, esos principios.

Es cierto que el homosexual tiene la misma dignidad que cualquier persona y no puede ser discriminado. Pero una cosa es eso, y otra cosa son los lobbies homosexuales que actúan como comisarios políticos para lograr imponer en los ordenamientos jurídicos lo que llaman “matrimonio homosexual”, la adopción… Entonces, le resumo: en mi gobierno los padres de familia pueden estar tranquilos porque no se permitirá ni se elaborarán políticas públicas para adoctrinar en la ideología de género a nuestra niñez.

Cumpliendo con el mandato de Dios “Amar al prójimo incluyendo a los enemigos”, ¿qué estrategias tendría para acabar con los grupos armados ilegales?

A.O.: Es necesario que se sometan al ordenamiento jurídico, es necesario que renuncien a seguir actuando contra la sociedad civil, es necesario que entreguen los secuestrados y es necesario que estén dispuestos a someterse a la ley. Sometidos a la ley se les puede conceder la justicia transicional, es decir reducir las penas privativas de la libertad sin que exista impunidad. Yo no repetiré la piñata de impunidad que el presidente Santos hizo con las FARC. En mi gobierno no habrá piñatas ni impunidad, habrá justicia. La justicia transicional no equivale a la impunidad.


Fuente: Portaluz / ReL