La oración del Rosario es un arma espiritual, pero “capaz de derribar fortalezas”
El siguiente artículo fue escrito por Gina Christian, productora del portal “CatholicPhilly” de la diócesis de Filadelfia, EE.UU. En sus palabras, Christian comparte algunas reflexiones sobre el impacto de la oración de intercesión (específicamente la oración del rosario) en el contexto de la actual guerra ruso-ucraniana… pero que son válidas para cualquier situación concreta que sometamos al auxilio y mediación de la Madre de Dios:
Esta semana asistí al rosario de una parroquia de Filadelfia [EE.UU.] por el pueblo de Ucrania.
De pie ante una imagen de Nuestra Señora de Fátima, los feligreses rezaron en inglés y en español, cantando una estrofa del “Ave de Fátima” al final de cada decena y añadiendo peticiones espontáneas por Ucrania al concluir el último misterio.
Lo más probable es que pocos o ninguno de ellos conociera realmente a una sola persona de Ucrania, o incluso a un descendiente de ucranianos, pero el fervor de su intercesión no era menos intenso: sus corazones estaban conmovidos por el horrible sufrimiento y la muerte de otros a manos del cruel y despótico régimen ruso.
Después, el grupo posó para una foto ante el santuario de Fátima de la parroquia, agitando banderas ucranianas y sosteniendo un cartel que decía simplemente “Reza por Ucrania”.
Publiqué la imagen en Twitter con una breve descripción del evento, y momentos después recibí una reacción.
“Eso ayudará”, se burló un autodenominado ateo de Nueva York.
San Juan Pablo II tiene algo que decirnos…
A un observador casual, dos docenas de feligreses que ofrecen un rosario por 44 millones de personas bajo el ataque de un Estado autoritario con armas nucleares —sin la menor consideración por los derechos humanos o el derecho internacional— pueden parecer, claro está, unos ingenuos lamentables.
Pero para quienes ven con el espíritu, la elección del arma —un círculo de cuentas que marcan oraciones sencillas pero profundas— es obvia.
San Juan Pablo II, que conoció de primera mano los males del comunismo y del totalitarismo, nos recuerda que “el Rosario, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología… Concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico… Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor” (Rosarium Virginis Mariae, 1).
En el rosario “resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal”, escribió San Juan Pablo II (Rosarium Virginis Mariae, 1).
De hecho, María proclamó en su exquisito Magnificat que el Señor, que había hecho grandes cosas por ella, “desplegó la fuerza de su brazo,dispersó a los soberbios de corazón” y “derribó a los poderosos de su trono” al paso que “elevó a los humildes” (Lc 1, 51. 52). Cualquier nación atacada recurriría sin duda a una aliada tan poderosa; cuánto más Ucrania, consagrada a María desde 1037.
Al contemplar las obras de salvación del Señor, que “tienen su culmen en el propio Cristo”, las estamos recordando en realidad “en el sentido bíblico de la memoria (zakar)”, que “actualiza las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación”, escribió San Juan Pablo II (Rosarium Virginis Mariae, 13). “Estos acontecimientos no son solamente un ‘ayer’; son también el ‘hoy’ de la salvación.”
La misa es la ocasión más plena de esta actualización, y el rosario, “al sumergirnos de misterio en misterio en la vida del Redentor, hace que cuanto Él ha realizado –y la Liturgia actualiza– sea asimilado profundamente y forje la propia existencia”, decía San Juan Pablo II. “«Hacer memoria» (de estos acontecimientos) en actitud de fe y amor significa abrirse a la gracia que Cristo nos ha alcanzado con sus misterios de vida, muerte y resurrección” (Rosarium Virginis Mariae, 13).
Cinco decenas, cinco piedrecitas…
Desde los primeros días de la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero pasado —que continúa los asaltos iniciados en 2014 al anexar Crimea y apoyar el separatismo en las regiones de Donetsk y Luhansk— la guerra ha sido comparada a una batalla entre David y Goliat.
Pero, aunque parecía estar en desventaja, David conocía la justicia de su causa, y también sabía por quién luchaba: “La batalla es del Señor, que te entregará en nuestras manos” (1 Samuel 17, 47).
David demostró este hecho con la ayuda de “cinco piedras lisas” elegidas en el río, las que cargó en su bolsa de pastor para utilizarlas en su honda (1 Samuel 17, 40).
Con sus cinco decenas, una por cada misterio del conjunto, el rosario es como esas cinco piedras lisas, que derriban fortalezas y obstáculos a todo lo que amenaza los planes de salvación y paz de Dios.
Tanto si luchamos contra un enemigo interior como exterior, podemos estar seguros de que “no luchamos según la carne”, y que “las armas de nuestro combate no son carnales, pero, por la fuerza de Dios, son suficientemente poderosas para derribar fortalezas” (2 Cor 10,3.4).
Mientras Ucrania sigue defendiendo a su pueblo de los asaltos rusos, la Doncella de Nazaret está dispuesta a armarnos con su rosario, y con la seguridad de que nuestras oraciones serán atendidas por el Señor de todo.