¿El coronavirus te regala tiempo? Redescubre el rosario

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Habrá quienes prefieren la intimidad de la contemplación o la solemnidad de una misa antes que una seguidilla de Avemarías; pero, para quienes consideran al Rosario algo difícil, importa saber que existe más de una manera de rezar esta poderosa oración.

Dividir la meditación de misterios en varias veces durante el día

Rezar el rosario requiere una atención relajada, es decir, calma y concentración. Nos pone en marcha en un camino hacia Cristo, con María guiándonos en el trayecto.

Al hacernos eco de las palabras, estas revelan todo su significado. “¡Alégrate, llena de gracia!” dijo el ángel a María, y todo Israel, toda la humanidad, todo el universo se regocijó junto a ella. La salvación comenzó con estas palabras. Así pues, cada vez que recemos el Rosario estaremos compartiendo la alegría que sintió María por recibir al Salvador.

A fin de evitar “la recitación mecánica de fórmulas”, San Juan Pablo II nos invitó a meditar junto con María sobre el misterio que fue la vida de Cristo.

Podemos centrar nuestra atención en una imagen o en un pasaje concreto del Evangelio mientras recitamos con tranquilidad el saludo angélico. O simplemente podemos contemplar los distintos aspectos de la vida de Cristo en diferentes momentos a lo largo del día.

El rosario, oración favorita de María

San Pío X exclamó una vez: “Dadme un ejército para recitar un Rosario y conquistaré el mundo”. Recitar el rosario es una forma maravillosa y sencilla de interceder por todos aquellos que nos han sido confiados.

El rezo del rosario agrada a María. Dondequiera que se aparezca, la Virgen pide que se rece el Rosario. La razón profunda puede que se nos escape, pero no olvidemos que fue mientras se sumergía siete veces en el río Jordán que Naaman el leproso, escéptico ante la simplicidad de la receta, salió curado… ¡Eso también es el rosario!


Fuente: P. Nicolas Buttet, Aleteia