Pellevoisin, la aparición en que la Virgen exorciza al demonio

Muchas singularidades traen consigo las apariciones de la Virgen en Pellevoisin (pequeña ciudad de la diócesis de Bourges, en la región de Berry, centro de Francia), ocurridas en 1876 ante una devota mujer que pedía la curación de sus enfermedades a Nuestra Señora de Lourdes.

El milagro

Una de ellas es que la vidente, Estelle Faguette (1843-1929), pidió el milagro de su propia curación y lo obtuvo. Escribió una carta a Nuestra Señora de Lourdes explicándole que su vida era necesaria para mantener a sus padres, y la noche del 14 al 15 de febrero de 1876, cuando vio a María la primera de las quince veces en que lo hizo, quedó curada. Hasta entonces, Estelle había sido siempre enfermiza, lo que truncó su anhelo de ser religiosa agustina. Trabajaba como empleada doméstica para la familia de La Rochefoucauld, con cuyo salario mantenía a su propia familia. Pero su salud precaria se debilitó en 1875. Padecía un tumor abdominal, una grave tuberculosis y la parálisis de un brazo. El 10 de febrero de 1876 fue desahuciada: el médico pronosticó su muerte al cabo de unas cuantas horas.

Sin embargo, todo desapareció en una forma que los doctores entendieron “repentina, total, duradera y sin explicación médica”, como certificó en 1983 el arzobispo de Bourges, mons. Paul Vignancour.

El extraño papel del demonio

pellevoisin-1-diable

Durante cuatro de esos quince encuentros tuvo lugar algo que, según el padre Livio Fanzaga, director de Radio María en Italia (citado por Andrea Tornielli y Saverio Gaeta para su libro “A.D. 2012”), “es un suceso único en la historia de las apariciones y que se repitió de manera casi idéntica”. El demonio se situaba a los pies de la cama de Estelle Faguette, y acto seguido aparecía la Santísima Virgen para echarle y consolarla.

El espíritu del mal arremetía de manera amenazante. Estelle, todavía postrada la noche del 14 al 15 de febrero de 1876, notó una forma humana horrible que se abalanzó contra su cama y la sacudió violentamente, mientras rugía y ella era presa del pánico. Fue el momento justo en que María apareció, toda de blanco, dirigiendo una mirada de inefable bondad a la enferma, para luego dirigirse al demonio: “¿Qué haces ahí, no ves que lleva mi librea y la de mi Hijo?”. Se refería a la medalla de las Hijas de María. El demonio no soportó la presencia de la Virgen y desapareció.

El mariólogo Angelo Maria Tentori apunta otro matiz: “Normalmente, en las apariciones el diablo aparece después de la Virgen, para imitarla y enturbiar las aguas a fin de que no sea creída. En Pellevoisin, sin embargo, extrañamente, la precede. Es algo singular, pero que nos permite asistir al encuentro directo entre los dos personajes descritos en la primera profecía de la Salvación”. A saber, Génesis 3, 15: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre su estirpe y la tuya, y ella aplastará tu cabeza bajo sus pies”.

La curación de Estelle Faguette no sólo fue física sino también, mucho más importante, espiritual: María se presentó ante ella como Nuestra Señora de la Misericordia y, como prueba, le dio el escapulario del Sagrado Corazón, cuya devoción aprobaría años más tarde León XIII.

La curación de Estelle y la obra de la Santísima Virgen en su cuerpo y en su alma no se entienden sin conocer la actitud de humildad y disponibilidad con la que rezaba. Semanas antes del milagro, en diciembre de 1875, redactó una bellísima oración de confianza absoluta en la voluntad de Dios, que hemos incluido como reflexión para este mes de junio, y pueden ustedes encontrarla pinchando aquí.

La habitación de Estelle Faguette, donde tuvieron lugar las apariciones, hoy convertida en capilla

Fuentes: Cari Filii / Fatima.pe / Salve Maria Regina