La Virgen del Boldo
En el sur de Chile, en el siglo XVI, indígenas estaban ganando la batalla contra los conquistadores y ya habían incendiado casi toda la ciudad de Concepción. Apenas les faltaba tomar la plaza central, donde estaba la iglesia (en verdad, una pequeña capilla), único edificio que aún no había sido quemado. Cuando todo parecía perdido, de pronto, los mapuches huyen despavoridos. Tal fuga no obedecía a una estrategia de guerra, pues corrían en completo desorden.
Intrigados, los españoles salieron en persecución de los nativos y consiguieron tomar algunos prisioneros. Curiosamente, varios estaban totalmente ciegos, otros atemorizados al máximo.
Como no sabían si los aborígenes volverían al ataque, decidieron mantener a los prisioneros en la capilla, por ser el único edificio aún en pie.
Aquellos nativos que habían quedado aterrorizados, mas no privados de la visión, al entrar en el templo, distinguieron una imagen de la Virgen que ahí se encontraba y comenzaron a gritar: “Fue Ella, fue Ella”.
Comenzaba así la devoción a una linda imagen de la Virgen Santísima que hoy se encuentra en el convento de las monjas trinitarias, en la ciudad de Concepción.
¿Qué fue lo que realmente sucedió? Volvamos más atrás en la historia para entender mejor este hecho.
La ciudad de Concepción, fundada por Pedro de Valdivia en 1550 y ya había sido quemada un par de veces. Sin embargo, como los españoles estaban decididos a quedarse, una y otra vez la reconstruyeron. Los mapuches, a su vez, volvían y quemaban todo.
En 1570, el Cabido de la ciudad hizo un voto para pedir la protección de María Santísima, comprometiéndose a edificar una capilla dedicada a la Virgen de la Natividad y celebrar su fiesta. Además, todas las autoridades civiles y eclesiásticas, junto con el pueblo, prometieron ir descalzos, el día de su fiesta, hasta la capilla ahí existente. El voto fue hecho, y se colocó en la ermita una imagen de la Madre de Dios.
En 1599, los mapuches volvieron por última vez a atacar Concepción. Siendo un pueblo numeroso y guerrero, consiguieron sitiar a los españoles en la ciudad. Cuando iban a exterminarlos, notaron la presencia de una joven muy hermosa, rodeada por una extraordinaria luz, sobre las ramas de un boldo, cerca de la ermita de la Virgen. Desde el boldo, les hacía señales a los indios para impedir su entrada en la capilla. Pero éstos, no quisieron detenerse ante tan portentosa aparición y continuaron su avance aparentemente victorioso. Fue en ese instante que la bella joven bajó del boldo y, cogiendo tierra con sus manos, comenzó a arrojarla contra los atacantes, ocasionando la derrota. Algunos de ellos, como ya fue dicho, al ser llevados como prisioneros a la capilla, reconocieron en la imagen de la Virgen a la joven que les lanzaba tierra. De ahí la exclamación: “Fue ella, fue ella la que nos lanzaba tierra y nos obligó a huir”. No es de extrañar que después esa victoria la devoción a Nuestra Señora del Boldo creciera de forma maravillosa.
Cuando todo parezca perdido… confianza ilimitada
¿Si Nuestra Señora protegió de esa manera a quienes acudieron a Ella en esa época, no lo hará en nuestros días?
La historia de la Virgen del Boldo nos enseña que Nuestra Señora no es indiferente ante la lucha que sus hijos traban en la tierra. Y si Ella permite que ciertas situaciones adversas lleguen hasta el extremo, es para de aquel modo intervenir de forma aún más gloriosa.
En muchas oportunidades puede parecernos que no hemos sido atendidos, porque nada vemos. Sin embargo, nuestros adversarios, muchas veces ven perfectamente la protección divina que nos envuelve.
Aprendamos a confiar aunque estemos en la oscuridad, pues al hombre que confía jamás le faltará la valiosa protección de María Santísima.
Fuente: www.fatima.pe