Cristeros: Defendiendo la fe con el Rezo del Rosario
En 1926 el gobierno del presidente mexicano Plutarco Elías Calles se propuso “descatolizar” México para abrirlo a la “modernidad”. Con ese fin puso en marcha una feroz persecución contra la Iglesia Católica, suprimiendo el culto en todas las iglesias de la nación. Para defender su fe, miles de campesinos y rancheros empuñaron las armas en lo que se conoce como la última Cruzada de Occidente.
Los soldados del gobierno llamaron despectivamente “cristeros” a los valientes cruzados porque llevaban la cruz sobre el pecho y gritaban “Viva Cristo Rey” antes de ser fusilados.
En sus campamentos imperaba la ley de Dios y el rezo del rosario era su gran compañía durante las diversas actividades diarias. Jean Meyer, gran investigador de la epopeya cristera nos cuenta como era esta vida diaria:
“La guerra fue para muchos cristeros como unos ejercicios espirituales continuados. La misa sobre todo era, cuando había sacerdote, lo más apreciado por los cristeros, el centro de todo. Más aún, “en los campamentos cristeros, cuando esto era posible, el Santísimo Sacramento estaba expuesto, y los soldados, por grupos de quince o veinte, practicaban la adoración perpetua. La comunión frecuente era la regla… Los sacerdotes que permanecían con los cristeros se pasaban el tiempo confesando, bautizando, casando, organizando ejercicios espirituales y haciendo misiones.”
Sin embargo “era frecuente que no hubiese sacerdote, y entonces un seglar tomaba la dirección de la vida religiosa, como Cecilio Valtierra, el cual todas las mañanas leía el Oficio de la Iglesia, en presencia de los fieles, y todas las tardes llevaba el Rosario. Estas misas blancas iban acompañadas de otras innovaciones”.
“Los cánticos y el Rosario acompañaban todos los instantes de la vida, en la marcha o en el campamento. Los cristeros oraban y cantaban a altas horas de la noche, rezando colectivamente el Rosario, de rodillas, y cantando los laudes a la Virgen o a Cristo, entre las decenas.”
Organizados militarmente enfrentaron victoriosamente a las tropas del gobierno y lograron controlar gran parte del territorio occidental de México. Sin embargo fueron vencidos por la traición y el engaño no sin antes enriquecer a México con innumerables mártires, algunos de ellos canonizados o beatificados por Juan Pablo II. Los cristeros fueron y son una inspiración para los mexicanos y todos los católicos. Gracias a su sacrificio la Iglesia Católica pudo sobrevivir, aunque ilegal, a lo largo de buena parte del siglo XX.
Fuente: Meyer, Jean. “La Cristiada”. Siglo XXI Editores. México, D.F. 2012.
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