Con un rosario regalado por el Papa clamó por la vida de su hijo
Claudia Lucía Sayago Mendoza tenía 24 años cuando tuvo el privilegio de recibir un rosario de manos del Papa Juan Pablo II, que sería determinante años después, para rogar por la salud de su hijo…
“Fue durante la Misa de canonización a San Juan Diego, justamente en el ofertorio. Me acerque a él y me incliné para extenderle la carta en la que le expresábamos todos los jóvenes el amor que sentíamos por él; el Papa la tomó y asintió con su cabeza, después me bendijo y me regaló un rosario que aún conservo”, recuerda.
Parte del mensaje afirmaba que los jóvenes mexicanos se dirigían al Papa “para manifestarte nuestro cariño y admiración; agradecemos las muestras de amor y confianza que nos das… Durante todo este tiempo has sido ‘nuestro Papa’, estamos profundamente orgullosos de ello. En tu honor hemos querido identificarnos como La Generación Juan Pablo II”.
Claudia dijo que bastaron unos pocos segundos para experimentar en la persona de Juan Pablo II el amor de Dios. “Cuando me miró pude sentir su inmensa bondad, mi corazón palpitaba de felicidad y, al escuchar su voz, mi alma se llenó de gozo, quería abrazarlo y llorar de alegría, pero debía contenerme porque era un acto oficial”, señaló.
Claudia supo que ese día su vida había cambiado. Años después, el Papa que le había regalado un rosario se convertiría en un valioso intercesor ante Dios cuando la vida de su hijo recién nacido peligraba, debido a un sufrimiento fetal en el momento del parto.
“Durante los cinco días que mi hijo permaneció hospitalizado, no solté el rosario que el Papa me había regalado”, recuerda la emocionada madre.
“Los médicos –prosigue- habían dicho unas palabras para referirse al estado de salud de mi pequeño: «El niño va contra corriente». Pero aquello, lejos de desalentarme me recordó la grandeza del Papa, que invitaba a los jóvenes a vivir contra corriente y de la mano de Cristo”.
No paró de rezar el rosario pidiendo la intercesión del Papa, que ya pronto será canonizado. Su hijo fue bautizado de emergencia en el hospital con el nombre de Juan Pablo. Tres días después ya estaba el niño en casa, para sorpresa de todos y de los médicos, que hasta hoy consideran inexplicable que el pequeño no tenga ninguna secuela.
“Yo estoy muy contenta de haberlo conocido y por haber estado cerca de él, de un santo que no me lo platicaron sino que lo vi”, afirma hoy la agradecida madre del niño Juan Pablo, su hijo, sanado por la mediación obtenida de Juan Pablo II a través del rezo del Santo Rosario.
Fuente: Aciprensa