Un sacerdote puesto a prueba

Un sacerdote puesto a prueba en el rezo del rosario, distraído comienza a contemplar las maravillas de esta oración.

El día de Santo Domingo me encontraba yo un poco caído. Un trombo en una pierna me tenía recluido en reposo semi absoluto. Los que me conocen saben que hasta Madrid se me hace estrecho, cuánto más cuatro paredes.

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La angustia

Me encontraba mal, como digo, el día de Santo Domingo. Al no poder aguantar tanto reposo me salí al claustrito de la parroquia y me puse a rezar el rosario: los misterios gozosos. Me salía fatal. Yo seguía con mi estima baja y razonando: Todo lo que he predicado, todo lo que he escrito, tanto esfuerzo ¿para qué ha servido? Es cierto que tengo suficientes testimonios de que muchas de mis cosas han llegado a gente, pero cuando estás mal estás mal, y todo te parece poco menos que porquería. Me entraba hasta un poco de angustia. No llegaba a ver mi vida perdida pero como si la viera.

La voz interior

Comienzo el segundo misterio: “La visitación de María a su prima Isabel”. Para mí era igual que fuera prima, que tía que nieta; estaba totalmente distraído. Cuando me faltaban un par de avemarías sentí una palabra por dentro que me decía: “Mis encuentros me los preparo yo”. No entendía nada. De pronto me fijo en el misterio que estaba rezando: había un encuentro maravilloso el de María e Isabel. Pensé: “Sí, Señor, que encuentro más genial te preparaste aquí”. Sigo el siguiente misterio, el del nacimiento. Ya me sentía yo un poco ungido. De repente caigo: El encuentro de los pastores lo preparó el Señor y oigo de nuevo la voz interior: “nadie vio al niño a no ser los que yo quise; mis encuentros me los preparo yo”. En este momento ya estaba rezando con toda mi atención; me había olvidado del trombo, del reposo, del calor y de Santo Domingo. Cuarto misterio: “Ay, Dios mío, aquí sí que te preparaste el encuentro”. El viejo Simeón esperando tiempo y tiempo hasta que, entre tanto niño, llegó uno y se le reveló: “ese es”. Se fue corriendo, lo cogió en brazos y emocionado oraba: “Ahora Señor, según tu promesa….”

sacerdote puesto a prueba https://unrosarioporchile.clLos encuentros los prepara Él

Me quedó muy claro. El Señor me decía: “Tú has escrito mucho, has predicado mucho, y te has esforzado mucho. Vale, muy bien, te lo agradezco, pero mis encuentros los preparo yo. El que yo quiera lo oirá en el espíritu y lo quebrantará y los demás no se enterarán. Yo sé muy bien a quiénes va a llegar tu predicación. Tú ni preocuparte de eso, porque todo lo que has dicho te lo he dado yo, nada es tuyo”. Fue una riña lo reconozco, pero me quedé súper a gusto. Me subió un montón la autoestima. Desde entonces ya no me preocupo casi nada: los encuentros los prepara él.
La unción siempre se realiza con aceite que es un símbolo del Espíritu Santo. Había diez doncellas, cinco tenían aceite y cinco descuidaron el aceite. Cinco tenían Espíritu Santo y cinco no lo tenían. Yo cuando comencé el rosario no tenía aceite y me lo estaba pasando fatal, estaba totalmente fuera del banquete. Al terminar estaba ungido, tenía Espíritu Santo, y me gozaba en la opulencia.

 

Testimonio del P. Chus Villarroel o.p.
Fuente: www.religionenlibertad.com