Para mí rezar el rosario era un cuestión de ancianas
Voy a decirlo claramente y sin rodeos: Para mí, rezar el Rosario era una cuestión de ancianas… más o menos buenas, pero de ancianas.
Y es que aparte de mi falta de fe, que, confieso, era terrible, no alcanzaba a comprender los increíbles beneficios espirituales que trae consigo el meditar profundamente sobre los misterios de la Vida, Pasión, Muerte y Gloria de Jesús y la Santísima Virgen María.
Hay tanto para decir acerca del Rosario, que es imposible encarar esta nota sin pedir de un modo especial al Espíritu Santo que nos ilumine con sus dones.
imagen-de-un-rosario-por-chileLo primero que tengo para decir es que, durante casi tres cuartas partes de mi vida, el rezo del Rosario me pareció una absoluta pérdida de tiempo. No hallaba ningún sentido al hecho de repetir como loro el Credo, 5 Padrenuestros, 50 Avemarías, 5 Glorias y el “Dios te salve”… ¡Y el Padrenuestro, los tres Avemarías y el Gloria “extras”, que a alguien se le ocurrió que debíamos rezar por las intenciones del Papa…! ¡¡Y a veces, encima, las 61 letanías, llamadas “Lauretanas”!!
Me quedaba la imagen de infancia de aquellas señoras que repetían a toda velocidad sus oraciones antes de Misa en la Iglesia, cuando acompañaba a mi abuela alguna tarde, no siempre de buen agrado, a la Compañía de Jesús. Yo estaba seguro de que ellas estaban más pendientes de cualquier otra cosa que de lo que decían. Probablemente haya sido así, quién sabe… Lo que yo sé ahora es que no me corresponde juzgarlas.
Me parecía que en vez de cada “Ruega por nosotros”, hacia el final del Rosario, bien podrían haber estado haciendo, ellas mismas, algo por ellas… o por sus familias… o por los pobres, en fin; algo más “productivo”.
Si por casualidad alguien me hubiese contado que desde los 30 años yo estaría caminando por el jardín, Rosario en mano, todas las noches repitiendo aquel ramillete de oraciones, directamente me hubiera reído en su cara.
Pues bien, dado que desde hace un buen tiempo soy asiduo de esa oración, y dado que he tenido (y tengo) la oportunidad de comparar los distintos estados en que se encuentra mi espíritu cuando rezo con frecuencia el Rosario y cuando por algún motivo dejo de hacerlo, es que me decidí a escribir esta nota.
Es honesto confesar que me encantaría ser leído por gente que piense hoy como yo pensaba en aquel cercano entonces, porque tal vez de ese modo pueda ser más fructífero este sencillo testimonio”
Francisco Rico Toro, Director de jesucristovivo.org (fuente)