Marcelo, un sacerdote apasionado por el santo rosario

“Cuando se es sacerdote y se ha enfrentado muchas batallas, el Santo Rosario ha sido y es parte del armamento utilizado para ganar esas cruzadas que, de seguro, sin su meditación, hubiese sido imposible. Me imagino, en este momento, a Santa Mónica de rodillas rezando el santo rosario por la conversión de su hijo Agustín. Oración que no es otra cosa que la meditación, en decenas, de los misterios vividos por María frente a su Hijo Salvador. Meditación que hace brotar, como agradecimiento, el Magnificat por la obra de la Encarnación en su seno virginal para hacer posible la salvación de todos.

La experiencia que guardo de mi hogar se centra en mis padres, quienes me enseñaron lo que soy y de forma muy especial esa manera de piedad popular, que hoy, delante de Dios, les agradezco. Mi madre, que Dios tenga en su gloria, siempre al caer la tarde tomaba entre sus manos la camándula e iniciaba sin detenerse, sin distraerse, el rezo del santo rosario. Cuando empezó a notar que me llamaba la atención verla en este acto, me enseñó.

padre marcelo y el rosario

El Rosario se nos presenta para renovarnos espiritualmente, para superar la crisis de la no oración en un mundo supra sensual, hedonista y materialista excesivo, recurrente.

Es así, una rica costumbre de la piedad popular donde la Santísima Virgen se hace universal y de mucha importancia para los creyentes. Es la magnífica oportunidad que tenemos todos de experimentar en la fe ese amor a Dios en María Santísima, a la cual le había confiado esa misión salvífica. Es el santo rosario el lugar para reconocer a María Virgen como la Madre del Señor Jesús y en el plano de la gracia, madre de todos nosotros. Es a la vez, el reconocimiento de que Dios a través de Ella interviene a favor nuestro.

Es una oración connatural a la gente sencilla que reconoce la elegancia de Dios para hacer nacer a Jesús, el Salvador del vientre inmaculado de la Virgen María. Por eso en cada decena de las avemarías se medita el sufrimiento, la lucha y el triunfo en ese caminar de Jesús por el camino de la vida, donde la Virgen estuvo presente y actuante para ayudarle a cumplir su misión salvadora. Mi madre solía decir, que el rosario era tan sagrado porque en él estaba todo Jesús y toda María. Por eso, hoy en día, se hace necesario, que el santo rosario ocupe ese espacio tan vivo en los hogares.

Rezar el santo rosario es, pues, un acto de fe y de piedad donde se meditan misterios de Gozo (Lunes y Sábados); de Luz (Los jueves); de Dolor (Martes y Viernes) y los de Gloria (Miércoles y Domingos). Rezarlo es salvarse, como también su propagación. Es decirle a todos, con el corazón hinchado de agradecimiento, ¡que
Dios se ha fijado en su pueblo y no con una simple mirada, sino con todo el corazón para darnos su amor!

Viene a ser, el santo rosario, un recordar con valor de cristiano los pasos dados por Dios para salvarnos y donde la Virgen se involucró cerrando la puerta y descubriendo al Dios que desde lo escondido nos oye y nos habla. Por eso María pudo responder con el Fiat. Por eso da el paso y no se arrepiente, pues en cada paso estaba Dios presente. Por eso el Rosario guarda tanta salvación, tanto amor y se hace parte que identifica al buen cristiano que teniendo a Dios en su corazón deja un rinconcito para la Madre, la madre de Dios y de todos.”

Padre Marcelo Rivas Sánchez

Párroco en la Iglesia San Antonio de Padua, Diócesis de Cumaná, Venezuela

Fuente: www.catholic.net