Virgen de Fátima: “Soy la Señora del Rosario”

Cuando en 1917 comenzó a esparcirse la noticia de que la Virgen deFátima se aparecía a tres pequeños pastores, numerosas personas de todas las condiciones sociales se desplazaron hacia el inhóspito lugar para tratar de ver a la Virgen o bien obtener sus gracias. Algunas lograban entregar sus pedidos a los pastorcitos para que fueran presentados a esa Señora “más brillante que el sol”. Hasta hubo quien, con notable ingenuidad, le escribió una carta a la Madre de Dios. Lucía, consciente de sus responsabilidades, nunca dejaba de presentar todos los pedidos a la Santísima Virgen: era la curación de unos, la conversión de otros, etc. La Virgen de Fátima respondía casi invariablemente con la recomendación de rezar el rosario todos los días, y así los atendería. Con esto daba a entender cuánto le agradaba esa oración, gracias a la cual las personas podrían obtener todo lo que necesitaran.
En la última aparición, octubre de 1917, la Virgen María dijo por fin su nombre: “Soy la Señora del Rosario”, y volvió a insistir en su recomendación: “Sigan rezando el rosario todos los días”.
Acerca de las gracias que podemos alcanzar mediante la oración del Rosario, los testimonios siguientes nos brindan un elocuente ejemplo.

Libre de la esclavitud del juego

Me envicié con el juego (bingo). Hace unos años estaba atravesando una situación económica muy difícil, problemas con los hijos, depresión, en fin, todas las consecuencias de este terrible vicio.
Todo servía de disculpa para jugar más, hasta que un día, después de jugar mucho, iba pasando al lado de la iglesia y un joven me ofreció la oración a la Virgen de Fátima. Entré a la iglesia, me arrodillé e imploré: “Madre mía, ¡ayúdame! Soy mujer, soy madre y padre al mismo tiempo, ya no puedo vivir esta vida”. En casa ingresé a este sitio [web], pedí oraciones, empecé a rezar el rosario; no todos los días, pero lo rezaba siempre. Fui sintiendo repugnancia y vergüenza de jugar, pero siempre había algo que me hacía ir.
Estaba en la ruina. Todo mi salario se iba en pagar deudas. Apenas llegaba mi jubilación el banco lo descontaba todo, y yo me iba a jugar para tener algo con que pasar el mes. Llegué a jugar dos días seguidos. Ya no aguantaba más, pero, para gloria de la Santísima Virgen, recibí la cuantía de una acción que no recordaba, lo que fue suficiente para cubrir las deudas con el banco y otras en el comercio. Todavía estoy en éxtasis. No creo merecer semejante misericordia, incluso después de haber pecado tanto. No me canso de agradecer. ¡¡Gracias Virgen mía, gracias Jesús, mil veces gracias!!!
Para honrar este gran favor, prometí no jugar más y propagar la devoción a la Virgen de Fátima.
(Sueli, São Paulo)

Es fácil dejar de fumar…

Comencé a fumar con 16 años y no podía dejar este vicio. Pesaba siempre 52 kilos. En octubre del 2004 mi esposa trajo un folleto para pedir el rosario (me estaba volviendo ateo), y decidí llamar para solicitar uno.
Cuando llegó el rosario empecé a rezarlo todos los días, pidiendo ayuda para dejar el cigarrillo. Comencé a notar que el gusto no me agradaba más, pero fumaba igual. El 10 de enero del 2005 decidí dejar de fumar. Por increíble que parezca, desde ese día no fumo más. Ha pasado un año. Ahora tengo 28 años y peso 62 kilos. Me hice radiografías de pulmón, y ambos están volviendo a la normalidad. Hoy el olor del cigarrillo me incomoda.
Y por el amor con que me apegué a la Virgen, prometí no fumar nunca más. Agradezco a Jesús de Nazaret y a la Santísima Virgen por escuchar mis oraciones, y también a la Asociación Cultural Nuestra Señora de Fátima.
(Alexandre, São Paulo)

Encontró la paz

Mi vida mejoró mucho después de recibir el rosario, que he venido rezando. La relación con mis hijos y mi marido ha cambiado mucho, para mejor. Es que yo era una persona que vivía con rabia, riñendo con ellos, y no había paz en mi vida.
Ahora sí, encontré la paz y el amor de mi familia.
(A.S.C.S., Vigia)

Compré el diario, como de costumbre…

Desde pequeña fui devota de la Virgen de Fátima, porque en la ciudad donde vivía hay una linda iglesia llamada Santuario Nuestra Señora de Fátima, con una hermosa imagen suya. Mi mensaje es de agradecimiento por las gracias obtenidas en el curso de mi vida.
Durante más de 20 años fui portadora de una deficiencia auditiva a la que los médicos dieron diagnóstico de irreversible. Un día, como de costumbre, compré el “Diario de São Paulo”. Adentro encontré un inserto de Nuestra Señora de Fátima con la siguiente frase: “¿Quiere paz? Rece el rosario todos los días”.
Cuando tomé esta propaganda me puse a llorar porque estaba muy deprimida. Muchas veces las personas tenían que hablarme muy fuerte para poderlas oír. Y también llevaba 3 años sin empleo, con lo que mi vida se hacía muy difícil.
Entonces me puse a rezar el rosario todos los días y las gracias comenzaron a ocurrir. Me inscribí en un concurso público, pero en la condición de portadora de deficiencia, y sucedió la primera gracia: fui clasificada en primer lugar. Las gracias continuaron. Consulté a un médico otorrino con el cual nunca había estado antes. De inmediato me dijo: “Su sordera no es irreversible, podemos someterla a una cirugía y hay un 99% de posibilidades de que vuelva a oír”.
En aquel momento no pude creerlo, porque ningún médico me había dicho algo así. Me hicieron una cirugía, y gracias a Dios y la Virgen ahora puedo oír normalmente. Ya no tengo necesidad de aparatos, y mi vida es alabar a Jesús y a María.
(Isabel de Fátima do Espírito, São Paulo)

¡No hay obstáculo imposible de vencer!

Después que empecé a rezar el rosario junto a mis hijos nuestras vidas cambiaron para mejor. Mi esposo abandonó el vicio del alcoholismo hacen ya ocho meses. Ha renacido, hoy se lo ve fuerte y saludable, tiene trabajo. No sale de casa sin llevar el librito de oraciones y el rosario. Por eso y por mucho más les quiero dar las gracias. Que Dios bendiga a todos en esa Asociación maravillosa, porque ustedes nos hacen levantar la cabeza y decir: “¡No hay obstáculo que no se pueda vencer, porque tenemos un gran Dios!”
(M.H.S., Caetanos)

Su hijo ya no tiene nada

Hace 17 años que soy catequista, tengo dos hijos, uno de siete y otro de dos años. Cuando estaba embarazada de mi segundo hijo, un examen de ultrasonido detectó una hidronefrosis biliar en los dos riñones del bebé. Me quedé preocupada porque el médico dijo que sería necesaria una cirugía.
Llegando a la iglesia, pedí con mucha fe a la Virgen la curación de mi bebé. Rezaba el rosario todos los días, hasta el día de su nacimiento. Nunca me cansé, y hoy puedo contar mi victoria. Durante un año y medio acompañé a mi hijo en los exámenes y las sesiones de ultrasonido. La semana del 14 de junio del 2004 me sentía muy angustiada, porque no lograba marcar la cita con el médico en el hospital.
Justamente ese día me llegó a casa la fotografía más linda que haya recibido: el póster del Inmaculado Corazón de María. Lloré de emoción y dije: “¡Mi hijo está curado!” Al día siguiente fui a hacer la ultrasonografía en Nueva Londrina. Iba feliz y animada. Llevé el póster conmigo para dejarlo en una vidriería donde le pusieron un bonito marco. Tras el examen, el médico preguntó si el niño había tomado algún medicamento. Respondí que no, sólo los controles médicos y mucha oración. Me dijo:
“Su hijo ya no tiene nada, los riñones están perfectamente sanos”. Salí feliz del consultorio, besando a mi hijo.
Con el cuadro de la Virgen hice un rinconcito de oración en mi cuarto, donde rezo todas las noches junto a mis hijos.
(Lucinéia Barbosa da Silva, Rosana)

Me había alejado de la Iglesia

Hace ya algún tiempo que sentía un vacío enorme en mi interior, como un hombre sin fe. Un hecho triste cambió radicalmente mi visión de las cosas, que fue la muerte de nuestro muy amado Papa Juan Pablo II.
Yo me había alejado de la Iglesia, pero siempre sentí una inmensa admiración por el Santo Padre. Sus últimos días de vida me llegaron al corazón, y se encendió dentro de mí la llama del catolicismo. Nuestro querido Papa murió un sábado, y el domingo fui a misa. Dos o tres semanas más tarde encontré el folleto “El Rosario, la Oración de la Paz”. Los llamé, pedí el libro, ¡y qué fácil fue! Desde que recibí el librito y el rosario lo he rezado casi todos los días, pero mi objetivo es rezarlo todos los días.
Aquel vacío que sentía fue ocupado por el amor de María.
(Tiago Santos Guerrero, San Bernardo del Campo)

Fuente: María Angélica Iamasaki, Revista Heraldos del Evangelio Nro. 39